Desde hace un año ando empenado, cojo de espíritu, adolorido del corazón. Y pues porqué otra cosa que por una mujer, una que me hizo a un lado cuando más la necesitaba y así, en ese momento, me mostró cuánto me quería en realidad. La verdad me lo mostró desde antes pero como el amor es ciego yo no vi ni puta mierda. Esta pena es una tristeza que llevo conmigo hace meses, no siempre a flote, pero siempre conmigo, como un reloj de bolsillo pero con la cadena muy larga y de pronto tic toc toc toc cae la pena al suelo y uno la arrastra un rato mientras camina pa la casa, mientras monta en bici en el salado, mientras se baña, mientras se da cuenta que la anda arrastrando y entonces la recoge y vuelve y se la guarda en el bolsillo y así se le olvida a uno por un rato, la pena, la hijueputa pena. Y cuando se me olvida empiezo a soñar con unos ojos bien lindos que me quieran bastante, que me miren y me miren sin cansarse, que me piensen por las noches y que les encante abrazarme. Como esos ojos de esa hamaca a los que no supe hablarles. Y así hasta que tic toc toc toc cae de nuevo el reloj, recordándome que es la hora de la pena y la tristeza, de la deseperanza.