Tuesday, 23 May 2017

Poniéndole las Bolas a los Cuernos

La semana pasada estuvimos en clase de introducción, en la sala de computadores, compartiendo ideas sobre un texto de Ortega y Gasset, el cual debíamos haber leído para la clase. El texto se titula La Falsedad de Estudiar, ni más ni menos. Pues les cuento que de entrada me cayó lo más de bien este Ortega y Gasset que no son dos sino uno solo que se piensa en plural, como Zack, unos amigos míos que viven por allá pal norte. Los colegios dicen así con pecho arriba, lo mismo que el mentón, que todo lo hacemos por y para los niños, que queremos graduar seres integrales capaces de ser presidentes, médicos, ingenieros y todas esas cosas; que mentira tan hijuemadre. El documento dice que el verdadero estudiar es buscar respuesta a una inquietud que se germinó dentro de uno, algo que nació en nosotros, y que en cambio lo que estudiamos no nos nació estudiarlo; la necesidad de estudiar es impuesta y a dar clase a esos estudiantes que no quieren clase (pero y quien los culpa encerrados en una jaula, asfixiados en cordilleras y capitales, binomios al cuadrado y ribosomas; oxígeno que me muero). Es que yo estoy más de acuerdo con este Ortega y Gasset que un verraco. Y los intereses del estudiante? Y si al estudiante le interesa estarse moviendo constantemente por el colegio desarrollando un sin fin de actividades? Por qué entonces pareciera que educamos soldados que deben seguir instrucciones y órdenes sin cuestionar mucho?

Si yo tuviera que ponerle un título a ese documento estaría entre: El Menester de Educar,
No Quiero Ir al Colegio y El Invento del Siglo: Sistematización de la Educación. El último obvio que es un sarcasmo de aquí a la luna pero igual lo pondría así, así el lector no la coja de una.

En medio de la conversación que teníamos en la sala de computadores, que esa noche estaba custodiada por una princesa, surgieron dos nombres de los cuales solo el de Nietzsche había oído con anterioridad, el otro fue Rainer Maria Rilke, un poeta, un hombre, no se deje engañar por el Maria (es como el que se llama Jesus, no quiere decir que sea un santo). Rainer era un romántico perdido en los alientos de Andreas Salomé, una mujer a la que se tuvo que pelear con el mismo Nietzsche y Freud. A la final no se quien se habrá quedado atendiendo a Salomé en esos despertares mañaneros, nada raro ninguno de los tres. Lo que si es muy cierto fue algo que le dijo Rilke a Salomé en una de sus cartas: "mientras yo no me abrace a mi mismo, yo no puedo abrazarla a usted", como quien dice espéreme que yo todavía no estoy listo. Definitivamente si se necesitan unas bolas muy grandes para decirle a la chimbita que le gusta a uno que nada, que todavía no porque yo se que sería un fracaso, y uno con esas ganas, que tan jodido este Rainer, verriondo.

De Nietzsche leí un fragmento de un texto que él tituló: Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas. Hablaba sobre un viejo sabio que sermoneaba a dos jóvenes acalorados que se encontraban a punto de entrar en un duelo, porque esas eran las maneras del lugar y de la época y entonces nos damos a la salida. El viejo les decía que la violencia no era la salida, que pilas pues que ellos eran el futuro y los encargados de sembrar la semilla, que dejaran de andar como hojas que navegan las corrientes de un rio, que para eso tenían pies, para plantarse y cambiar de dirección. Así mismo nos pasa con la educación, la sociedad nos impone unas maneras de estudiar y unos contenidos, y pues a los estudiantes les toca porque los papás dicen que hay que ir al colegio y los papás están convencidos que ese es el camino porque es el mismo que se ha caminado desde hace décadas y mire como vamos de bien con este planeta que casi ni puede respirar, una maravilla. Si, nos clavaron los cuernos en las bolas.


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